viernes, 25 de octubre de 2013

CULTURA VICÚS - VII

ARTE PRE-HISPÁNICO.-
            El arte pre-hispánico es abordado por la arqueología y antropología. En este afán buscamos y averiguamos que conceptos se han vertido respecto al tema en cuestión, que forma parte de los estudios piuranos.
            La piurana cultura Vicús tiene significativa presencia en cuanto al campo artístico y está debidamente acreditada en sabias definiciones en cuanto a su cerámica y metalurgia. Sobre la primera expresamos:
            “El estilo Vicús está caracterizado por su cerámica. La cerámica Vicús/Vicús se caracteriza, en términos generales: por su aspecto macizo, a veces francamente rústico; por su tendencia escultórica, realista, a través de la cual se expresa trozos del mundo Vicús tanto profano como espiritual; por sus formas de recipiente de doble cuerpo, y de cántaros con un tipo de asa peculiar que permite portar la vasija valiéndose de los dedos.
En las técnicas presentes en Vicús, destacan la decoración blanco sobre rojo y la “pintura negativa”. La última, básicamente, consiste en pintar las áreas que rodean y separan motivos decorativos; así se consigue que resalten precisamente aquellos motivos decorativos, por el hecho de no haber quedado afectados por pintura.
También en lo que toca al uso de la pintura blanca sobre base roja, debemos igualmente destacar su difusión amplia y el hecho de ser, como la anterior, igualmente, típica para el Formativo Tardío. La “pintura negativa” es acaso más antigua que la “blanca sobre el rojo” y coexisten ambas tradiciones, prolongándose por más tiempo la primera conforme ha quedado establecido en el Valle de Virú” (1).
Respecto a la metalurgia se tiene plenamente establecido que los Vicús fueron excelentes metalurgias. Esta elocuente apreciación la pasamos a demostrar con las apreciaciones que a continuación se insertan:
“Se trabajó el oro, la plata y el cobre mediante el sistema del martillado, repujado y moldeado. Al hacer las joyas utilizaban la concha de perla, llevada de Sechura; y no pocas veces por las esmeraldas y turquesas. Era muy frecuente el uso de sobre combinadas con planchas de oro”, que le dio mucha calidad (2).
Las bellas artes impregnadas con talento en las obras cerámicas y orfebres vicuces, ha determinado que los Vicús se califiquen en la antigüedad piurana como eximios artistas en materia de cerámica y metalurgia.
NOTAS.-
(1)Jorge E. Moscol Urbina; De los Vicús al siglo XX, Págs. 14/15.
(2)Reynaldo Moya Espinosa; Historia Pre-Hispánica de la Región Grau, Págs. 81/82.

MUSEO DE SITIO.-
Un acucioso investigador del Perú pre colombino nos informa que “a comienzos de 1963, el Patronato Nacional de Arqueología encomendó a Ramiro Matos Mendieta investigar la procedencia del decomiso que la Policía realizó en 1953, y buscar todos aquellos sitios de donde procedía la abrumadora cantidad de ceramios que inundaba el mercado de antigüedades. Fruto de esta misión fue un esclarecedor informe al Patronato el 5 de Febrero de 1963 y publicado en la Revista del Museo Nacional Tomo XXXIV en 1966.
Matos descubrió a lo largo del río Piura, desde Tambogrande a Salitral, numerosos yacimientos explotados por buscadores de tesoros. Ninguno tan grande y tan expoliado como uno situado al pie del Cerro Vicús, en el Alto Piura. Recorriendo los tributarios del Piura: Ríos Seco, Yapatera, Charanal, etcétera, descubrió hacia el norte una extensa y desconocida ruta cultural.
Los campesinos piuranos que llegaban a Lima cargados de objetos saqueados, los fueron ofreciendo de aquí y de allá. Así, ante los asombrados ojos de los conocedores apareció por vez primera la cerámica Vicús. Con ella venían vasos Moche de gran belleza. La información que dieron los vendedores fue que la cerámica Moche aparecía en los mismos cementerios Vicús, pero situadas a niveles menos profundos, denunciando esta posición no la contemporaneidad pero si la ocupación, en tiempos distintos, de un mismo territorio” (1). 
Hay un referente cronológico sobre el descubrimiento de la cultura Vicús. Dice así: “Oficialmente fue el 1° de febrero de 1963, cuando se principió  a hablar de las ruinas de Vicús, pero darles ese nombre. El diario “La Prensa” de Lima denunció la depredación que hacían huaqueros en un antiquísimo cementerio del que extraían gran  cantidad de piezas de oro, cobre y de cerámica. Vicús era por entonces comprensión de la hacienda Pabur cuyo propietario era don Domingo Seminario Urrutia, bisnieto de Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, uno de los próceres de la Independencia Política de Piura.
La depredación de los huaqueros se inició los años de 1956, pero sólo cavaban no más de 4 o 5 metros de profundidad. Bien pronto se dieron cuenta que a mayor profundidad se encontraban más valiosas piezas de ceramios y joyas. Desde entonces, Vicús se llama no sólo a la zona arqueológica, sino también a la manifestación cultural” (2). 
Es incuestionable que con fecha 5 de febrero de 1962, se produce el “informe de los comisionados Ramiro Matos Mendieta y Florentino Gálvez Saavedra (Florencio de la Sierra), nombrados por el Patronato Nacional de Arqueología para investigar sobre el contrabando de especies arqueológicas Vicús y Frías” (3).
Pese a la existencia de colecciones de huacos en Piura y Chulucanas hasta la fecha no ha sido posible establecer el Museo de Sitio de la Cultura Vicús, que se anunció desde hace más de siete lustros, por lo que es necesario insistir en que se haga realidad este antiguo proyecto, que beneficia a nuestra región mediante la organización y puesta en valor del Patrimonio Cultural de la Nación, por mandato constitucional que dice así:
“Los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, monumentos, lugares, documentos bibliográficos y de archivo, objetos artísticos, expresamente declarados bienes culturales son patrimonio cultural de la Nación, independientemente de su condición de propiedad privada o pública. Están protegidos por el Estado. La ley garantiza la propiedad de dicho patrimonio” (4).
            “Estos huacos son hechos a mano, es decir sin molde, y no hay una pieza idéntica a la otra. Pruebas de carbono 14, realizadas en EE. UU., arrojaron una antigüedad de 2300 años. Se caracterizan por tener el pico biselado, como botella de cerveza.
En las tumbas o huacas no se han encontrado esqueletos, ya que parece eran incinerados pues lo que sí se ha encontrado es un polvo blanquecino que se cree es el producto de la incineración.
Los huacos se encuentran entre los 8 y 12 metros de profundidad, pero hay huacos que llegan a 25 m. Son representativos de esta cultura los “huacos silbadores”, que emiten el sonido del animal que representan, ya sea al soplar por el orificio o al servir líquido como agua. Son también admirados los “huacos eróticos”, mal llamados pornográficos; y es que ellos indican la libertad sexual que los vicucinos tenían. Hay que destacar que no se han encontrado  representaciones de escenas de homosexualismo.
Pues bien, el pueblo de Chulucanas está llamado a mejor consideración, ya que Vicús pertenece a Chulucanas, motivo por el cual hay una unánime opinión de que funcione en este lugar un museo de sitio, ya que dicha necrópolis en su máximo exponente histórico.
Este proyecto tuvo la aprobación del Dr. Luis Guillermo Lumbreras en 1975, cuando era director del Museo Nacional de Antropología y Arqueología, pero lamentablemente no se concretó. También se cifraron muchas esperanzas en la Dra. Martha Hildebrandt, quien en esta fecha se desempeñaba como directora del Instituto Nacional de Cultura, pero igualmente quedó en un dormido proyecto.
Profesores de Historia de los colegios de Chulucanas se preocuparon e hicieron eco de este justo reclamo del pueblo; y, autoridades civiles, religiosas y políticas, así como las instituciones culturales y deportivas  se sumaron entusiastamente al proyecto.
Una comisión presidida por la Profesora Elena Orozco de Rubio viajó a Lima para agotar dicha gestión, pero parecería que dichas voces eran como las campanas de palo que no hacen ruido. Y allí sigue Vicús, según unos, está encantado, mientras los huaqueros se dedican al vandalismo de dicha necrópolis, felizmente huaqueando una vez al año en Semana Santa porque creen que los huacos afloran a la superficie. Vicús sigue igual y el Museo de Sitio, un sueño en una noche de verano” (5).
A lo expuesto debemos agregar que en Lima también hay piezas de la Cultura Vicús que se pueden incorporar al Museo de Sitio en cuestión. Pues, “a fines de la década de 1950, llegaron a Lima los primeros ejemplares de un desconocido estilo de cerámica, bautizado “Ayabaca” por la astucia de los vendedores de antigüedades, quienes querían así despistar a las autoridades. El interés mostrado por los coleccionistas particulares (nacionales y extranjeros) incentivó la profanación de una gran cantidad de tumbas en Vicús, localidad cercana a la ciudad de Chulucanas, en los linderos de la antigua hacienda Pabur. A tal grado llegó esta “fiebre de saqueo” que, como apunta Lumbreras, “cuando aún los arqueólogos peruanos no habíamos visto ni un solo objeto de Vicús, ya ellos estaban llenando museos y colecciones fuera (y dentro) del Perú” (6). 
NOTAS.-
(1)Arturo Jiménez Borja; Moche, Págs. 17/18.
(2)Reynaldo Moya Espinosa; Historia Pre-Hispánica de la Región Grau, Pág. 71.
(3)Edmundo Cornejo Ubillús; Obra citada, Pág. 42.
(4)Constitución Política del Perú vigente, artículo 21.
(5)Edmundo Arámbulo Palacios; Diccionario citado, Págs. 290/91.

(6)Víctor Velezmoro Montes; Historia de Piura: Orígenes y primeros tiempos, Pág.24. 

CULTURA VICÚS -VI

ESTILO VICÚS.-

            Se ha registrado que “Vicús en la definición de Matos y Larco, Vicús-Vicús para Lumbreras es un estilo de cerámica ceremonial. No solo fue caracterizado a partir de las piezas encontradas exclusivamente en contextos funerarios, sino, hasta la fecha, no se ha detectado su presencia en ningún sitio doméstico de carácter aldeano. Botellas asa-puente de uno o de dos cuerpos, botellas asa-canasta, asa-estribo y de gollete central, son las formas más recurrentes.
            La cerámica Vicús, es de confección manual, mediante anillado, estirado o empacado. Las formas escultóricas son moldeadas a mano, los detalles aplicados, incisos o impresos de caña. La pintura blanca post cocción y el negativo (o pintura negra) fueron usados con frecuencia. Por la fresca ingenuidad en sus soluciones formales, el estilo Vicús fue considerado por algunos, verbigracia Larco, la creación del Período Formativo” (1).
            En otra información acreditada, se manifiesta que “como claro ejemplo de estos tiempos de liberación de los dioses ancestrales, y de etnocentrismo localista, puede ser sindicada la cultura Vicús/Vicús. Esta calificación impuesta por criterio de terminología arqueológica, expresa que en el sitio de Vicús se presentan varias fases culturales. En efecto, de Vicús procede un complejo Vicús/chavinoide, otro Vicús propio o Vicús/Vicús –que acaso se desarrolló a través de varias fases- y, un Vicús local, evolucionado, muy ligado a lo Mochica.  
El estilo Vicús/Vicús, sólo se conoce desde 1961, cuando llegan a Lima las primeras piezas cerámicas de un estilo peculiar que, en un principio, los excavadores clandestinos y comerciantes lo identificaban como procedente de Ayabaca (Piura), pero otras fuentes, en cambio hacían provenir el novedoso material arqueológico de cerámica y metalurgia de Vicús, sitio no lejano de Chulucanas” (2).
            Una reciente exposición hecha en el Museo Vicús de Piura, Sala Vicús 1 y Vicús 2, se pudo apreciar otras bondades sobre el estilo en comento. Ha sido “por los vestigios del más reciente descubrimiento de esta cultura que se desarrolló en la costa piurana entre los años 500 antes de Cristo y 500 después de Cristo. La cerámica y los objetos arqueológicos rescatados de la depredación huaquera. En estos ambientes se conoce como estos antiguos peruanos lograron fusionar procesos culturales que se desarrollaron en los andes septentrionales y andes centrales, dando origen a la más importante manifestación cultural de nuestra región” (3).
            Conveniente es añadir en el tema tratado que “la decoración predominante es la escultórica, en bulto. Roedores, serpientes, iguanas, patos, monos, lechuzas, venados, felinos, loros, lagenarias y sus hibridaciones fantásticas cuentan entre las especies particularmente recurrentes.
En cuanto a seres humanos, hay cuatro personajes masculinos centrales que conforman dos parejas. Los integrantes de una de ellas poseen ojos en forma de granos de café, típica para el arte Vicús. La otra pareja, en cambio, tiene ojos almendrados, rasgo difundido en la iconografía Mochica. Uno de los personajes está dotado por la cabeza fálica (o puntiaguda), y de los atributos masculinos enfatizados, mientras que el otro tiene la cabeza bilobulada (eventualmente con la vulva en el tope), y posee órganos sexuales diminutos.
Aquellos cuatro seres están representados con objetos y detalles que los convierte en guerreros victoriosos, prisioneros vencidos, oficiantes con escudilla o cuchilla en la mano, parejas en el transcurso de las relaciones sexuales, músicos con tambor o antara, víctimas de sacrificio, muertos enfardados, seres sobrenaturales con atributos de jaguar o de mono. Los rasgos iconográficos mencionados remiten probablemente a un sistema de clasificaciones basado en oposiciones de tipo local/foráneo, masculino/femenino, vencedor/vencido. Más del 50% de botellas figurativas posee complejos silbatos de recipiente con el contenido líquido. Según Amaro, algunos de los temas mencionados corresponde una afinación predeterminada que condiciona el registro musical de la botella silbadora; reproducción de 33 y 50 centímetros (1/100 de semitono), muerte y relación homosexual, de 100 centímetros, transfiguración en el más allá (seres híbridos) de 25 y 10 centímetros” (4).  
            NOTAS.-
(1)Instituto della Enciclopedia Italiana, Roma 2003; II Mondo Dell`Archelogia, Vol. III.
(2)Editorial Juan Mejía Baca; Historia del Perú Antiguo, Tomo I, Pág. 316.
(3)Jhony Navarro; Diario Correo, mayo 27 de 2012, Pasado Misterioso del Vicús. 
(4)Instituto della Enciclopedia, Roma 2003; Obra citada.

HUACO SILVADOR.-
De singular muestra en la cerámica Vicús es el “Huaco Silbador”. No cabe la menor duda que es uno de los objetos más genuinos de la cultura piurana que nos ocupa. Los arqueólogos han elaborado al respecto una serie de apreciaciones.
Son botellas silbadoras que conforman la cerámica Vicús. Por este fundado motivo se estima que desempeñaban una función muy especial dentro de los rituales funerarios que fueron muy ostentosos.
Se ha expuesto que “el primer tipo de huaco silbador, está conformado por cámaras acústicas ubicadas en la zona de la cabeza del personaje principal. En su interior posee una pequeña bolita de arcilla hueca con orificio pequeño por donde penetra aire, al soplar por el gollete, algunos de estos huacos emiten sonidos del animal o pájaro figurado, monos, patos, loros, etcétera”.
Hay más “la emisión del sonido se obtiene de tres maneras: soplando por la boca del gollete, vertiendo líquido al interior de la botella y luego balanceándola, o sumergiéndola y manteniendo fuera la cámara acústica. Los huacos silbadores pueden estar conformados por uno, dos o más cuerpos unidos por tubos comunicantes”.
También se conoce “otro tipo de huaco silbador que no presenta cámara acústica, el sonido sale directamente al exterior por un silbato ubicado bajo el pido u hocico o en la parte superior de la cabeza de la figura principal” (1).
Igualmente la bibliografía vicusina, nos informa de “otros huacos de “losa negra” que emiten un “armonioso silbido” al soplarlos por un conducto que poseen, “en cuyas curiosidades eran sumamente diestros estos indios”, refiriéndose a los alfareros piuranos de Vicús, aun cuando, por supuesto, sin mencionarlos con ese nombre que nosotros les hemos impuesto por haber encontrado las primeras muestras de su genial creación en el Cerro Vicús, matriz de esta cultura piurana” (2).

NOTAS.-
(1)Boletín Cultural VICÚS, ya citado, Pág. 4.
(2)José Albán Ramos; Obra citada, Pág. 52.


CULTURA VICÚS - V

CERÁMICA VICÚS.-
            Con conocimiento de causa un estudioso peruano tiene expuesto que “la cerámica Vicús tiene el acabado de excelente presencia; su color es marrón, naranja y rojo en diversos matices. Los diseños son geométricos, la decoración es con la técnica negativa y blanco sobre rojo. También hay cerámica monocroma.
            Se ha establecido con claridad meridiana que “la cerámica vicús tuvo dos influencias muy marcadas, inicialmente la tradición cultural Chorrera (Ecuador) de procedencia norandina, y en una segunda etapa la tradición cultural Mochica, con influencia e ideología chavinoide. La presencia de dos tradiciones culturales distintas en este sitio arqueológico nos hace creer que Vicús es otro producto interesante surgido en 
esta área contradicional. Tal vez apareció como un nuevo puerto de intercambio entre las áreas norte y centro andinas y poco a poco llegó a transformarse en un importante núcleo productivo artesanal y agrícola” (1).

Son frecuentes las esculturas antropomorfas, zoomorfas y fitomorfas. Los animales representados son: muca, gato montés, patos, venados, pez-serpiente y lagarto. Hay botellas de forma cilíndrica, ollas y vasijas de dos cuerpos y asa canasta; botellas con pico tubular, unidos por asa puente y con un tubo conductor a una efigie u otra botella; botellas con estribo; botellas silbadores; vasijas representando viviendas, etcétera. El arte erótico tiene un lugar muy destacado, hay ceramios representando sexo y amor” (2).  
            Hay tres tipos. Es incuestionable que el desarrollo y la importancia de la cerámica Vicús, son tan grandes que los investigadores registran en su trayectoria histórica varias fases para entender mejor su actuación prehispánica. La cultura Vicús, que tiene gran expresión a través de su cerámica, ha merecido serias investigaciones que nos sirven en la revaloración de su pasado histórico.
Dentro de las fases más categóricas están: “Vicús. Vicús, Vicús – blanco. Vicús Anaranjado. Vicús – Moche. Vicús - Salinar. Vicús – Cupisnicoide. Vicús – Virú, que tiene serias interpretaciones. Son siete fases bien definidas que dan prestancia a esta organización piurana prehispánica de significativa importancia en la Historia de Piura.
Cabe dejar expresa constancia que la cultura Vicús fue netamente ceramista. Lo fue desde su inicio para obtener una utilería al servicio de sus habitantes. En el segundo período Vicús  se destacan los ceramios porque además de utilitarios se convierten en expresiones de carácter artístico. Por ello se dice que el sentimiento, la forma de pensar y le modo de ser del poblador Vicús podrá ser observado objetivamente en un ceramio” (3), que de verdad son muy finos.
Veamos que “la ruptura de los complejos de cerámica y las diferencias en los patrones de poblamiento implican el dominio y la incorporación de un nivel estatal de complejidad, con influencia inicial de Lambayeque y posterior mente del reino Chimú con su capital Chan Chan” (4).
Tengamos en consideración que “la cerámica Vicús, por consiguiente, no es simplemente un relicto aunque algunas de las técnicas existentes pueden emplearse en la actualidad. Tampoco es expresión exuberante, fruto de una cierta despreocupación ingenua de un pueblo de poca complejidad social o “intelectual” (hemos podido encontrar arquitectura monumental, indicios de tecnología metalúrgica, etcétera).
 Es una expresión técnica y formal dentro de largas tradiciones en  una amplia área en la cual el estilo Vicús no es ajeno, intrusivo, “anormal” o marginal sino integrado en una amplia y compleja red de naturalezas cambiantes cuyos detalles (y algunos aspectos más básicos) aún se nos escapan, debido a una cierta apatía de la que parece padecer la arqueología del Perú a menudo, la de contemplar la destrucción sin la intervención oportuna. Vicús fue y sigue siendo un ejemplo destacado de esta actitud” (5).
Es relevante la apreciación que se hace sobre “la cerámica Vicús/Vicús. Se caracteriza, en términos generales: a) por su aspecto macizo, en otros casos rústico; b) por su tendencia escultórica realista, a través de la cual expresa trozos de su mundo tanto profano como espiritual; c) por su decoración de pintura “blanca sobre rojo”; d) por sus formas de recipientes de doble cuerpo, y de cántaros con un tipo de asa que permite portar la vasija con un dedo, etc.
Hay que relevar, además, que la “pintura negativa” es decoración muy frecuente de la cerámica Vicús/Vicús. La pintura negativa consiste básicamente, en pintar las áreas que rodean y separan motivos decorativos; se consigue así que resalten precisamente aquellos motivos decorativos, por el hecho de no haber sido afectados por la pintura. Hay variedades en esta técnica” (6). 
Para mejor ilustración, conveniente es agregar que “las sorpresas iniciales en cuanto a la calidad de la cerámica y de los objetos de oro encontrados que salpicaron los primeros estudios arqueológicos sobre la región, han dado paso al reconocimiento de la alta tecnología que alcanzaron los antiguos norteños de la mano con el avance y la consolidación de las investigaciones realizadas. La etapa formativa y en general la cultura VICÚS, han concentrado la atención de los trabajos” (7).
Los estudios realizados sobre la cultura Vicús determinan que hubo dos clases de cerámica. La primera “de poca calidad artística, que se caracteriza por ser tosca, es decir, no tiene un acabado y una técnica desarrollada. La cerámica tiene escaso brillo. La representación o decoración son animales y vegetales, sobre la figura humana; en el que destacan las narices y las orejas demasiado grandes”.
Viene la segunda, que es “de gran finura y belleza. Se caracteriza por ser escultórica. La cerámica es globular y la representación es tan igual que el estilo anterior. La diferencia está en que la cerámica tiene un buen acabado y con brillo. Los colores que emplearon fueron el blanco, rojo y la decoración negativa” (8). 
Necesario es destacar que “por los años de 1980, las piezas de cerámica Vicús eran pagadas en Holanda, en Estados Unidos y otros lugares del extranjero, a precios elevadísimos, lo cual aceleró la depredación. Cientos de piezas que se encontraban en manos de particulares, emigraron y se perdieron para siempre, yendo a enriquecer colecciones privadas de millonarios aficionados del exterior” (9).
Acorde con las exposiciones que realiza el Museo Vicús de la Municipalidad Provincial de Piura, al tratarse el tema de su cerámica se notan tres tipos. Vicús negativo: que comprende círculos simples, volutas y triángulos que aparecen en recipientes con figuras de animales. En la cerámica Vicús negativa podemos apreciar guerreros, músicos y escenas eróticas con figuras desnudas de ambos sexos.
Sigue el Vicús blanco sobre rojo: es similar al Vicús negativo, ya que presenta recipientes escultóricos antropomorfos, fitomorfos y zoomorfos. Su decoración combina el blanco, con  aplicaciones, incisiones y líneas  
Ahora tenemos el estilo Vicús englobado en monocromías: que presenta una apariencia tosca, con manchas oscuras debido a defectos de cocción. Sustentando este tipo de cerámica, hay muestras en el citado Museo de recipientes con base acampanada, trípodes o pedestales.
Desde el punto de vista estilístico, a la vista de los ceramios que exhibe el Museo Vicús, se han podido identificar tres fases: Vicús temprano, Vicús medio, dividido en 2 segmentos: A y B; y, Vicús tardío, que también está dividido en los segmentos A y B (10).    
Finalmente, en materia de cerámica, se ha establecido que “VICÚS viene a ser cuanto a las formas que encontramos en el norte como en el sur del Perú, la iniciación de formas  que son básicas en ambas regiones, lo que me convence de algo trascendental, o sea, la imposibilidad de que en el Perú las culturas se han explayado del norte hacia el Sur. Nos sale al encuentro, como explicación de lo dicho, el hallar en las culturas de la época evolutiva de VICÚS, no solo las formas que, posteriormente, se convierten en las típicas de la cerámica del norte, como en ella aparecen las formas comunes de la cerám1ica del Sur en sus primeras etapas, como Paracas y, en la época de auge, en la cultura Nazca” (11).

NOTAS.-
(1)Víctor Velezmoro Montes; Historia de Piura-UDEP, Orígenes y primeros tiempos, Pág.25.
(2)Justo Cáceres Macedo; Obra citada, Págs. 49/50.
(3)Boletín Cultural Vicús, ya citado, Pág. 3.
(4)Jorge E. Moscol Urbina; Obra citada, Pág. 13.
(5)Cristóbal Campana; VICÚS y la Alfarería Norandina, Págs. 11/12.
(6)Editorial Juan Mejía Baca; Historia del Perú Antiguo, Tomo I, Pág. Pág. 318.
(7)Bruno Revesz y otros; Piura: Región y Sociedad, Pág. 170.
(8)Abner Tenazoa Orbe, Obra citada, Pág. 35.
(9)Reynaldo Moya Espinosa; Obra citada, Pág. 78.
(10)Municipalidad de Piura: Museo Vicús; Sección Informativos.

(11)Carlos Guzmán; obra citada, Pág. 14.

CULTURA VICÚS - IV

METALURGIA: OBJETOS.-
Según idóneo concepto, en materia de metalurgia, los vicuces, “trabajaron el oro, cobre y plata a la que denominaron Tumbaga o Champi, fabricaron los pectorales, aves en miniatura, narigueras de oro laminado, pinzas de oro para depilar, hachas ceremoniales, azadas y arpones de cobre. Trabajaron el oro, realizando escultura femenina, entre ellas tenemos “La Venus de Frías”. Los Vicús fueron pues los mejores joyeros de las culturas pre-incas” (1).
En las publicaciones sobre el tema en cuestión, se ha expuesto: “la metalurgia Vicús tuvo notable desarrollo. Son abundantes los hallazgos en cobre y plata bañados en oro, láminas repujados, vasos tallados y decorados mediante el repujado, máscaras de oro laminadas, collares de cuentas esféricas o cilíndricas, pectorales de cobre, brazaletes, narigueras y orejeras; azadas y hachas de cobre” (2).
Los Vicús manejaron con destreza los metales como la plata, el oro y el cobre para elaborar sus instrumentos de labranza y manejaron la aleación de estos tres metales. En el Museo Vicús que administra la Municipalidad Provincial de Piura, son expuestos diversos objetos que demuestran el amplio dominio en materia de metalurgia.   
Digno de mencionar es el hecho que los Vicús comparten con las culturas andinas del norte peruano, el trabajo en oro u oro bañado en una sola pieza carente de articulaciones. Lo que parece característico de su metalurgia son los pectorales de cobre dorado con colgajos, pequeños discos hechos de lámina de oro colocados en la superficie de una plancha de cobre dorado. Los colgajos tienen la particularidad de moverse con el menor soplo.         
Los Vicús, así mismo, trabajaron con destreza el metal con un estilo inconfundible en varias formas con características inconfundibles. En esta antigua cultura piurana se emplearon las técnicas  de dorado en toda la cuenca del Alto Piura.
Además confeccionaron con metales de la región una gran cantidad de objetos para el adorno personal, tales como: orejeras, máscaras, narigueras, cuentas de collar, láminas, coronas y toca dos con lentejuelas, además de sonajeras. Muchos de estos artículos eran adornados con motivos  antropomorfos, zoomorfos, geométricos e híbridos.
También estamos informados por las fuentes bibliográficas que “en el Alto Piura, en la región de Vicús, se han extraído sin duda los mejores ceramios de esta cultura, pero los mejores trabajos metálicos se han encontrado en las serranías de Frías.
Se trabajó el oro, la plata y el cobre mediante el sistema del martillado, repujado y modelado. Al hacer las joyas utilizaban la concha de perla, llevada de Sechura; y no pocas veces perlas, esmeraldas y turquesas. Es muy frecuente el uso de planchas de cobre combinadas con planchas de oro. Es así como se han encontrado en Frías, pequeños discos de oro que estaban soldados a otros más pequeños de cobre, adornos que bien podían ser utilizados como orejeras. Los vasos de oro, repujados, se destinaban a no dudarlo para uso ceremonial. Hay un collar de oro con incrustaciones de nácar, del que pende un dije bastante grande con la forma de un cuarto de disco lunar” (3).
A propósito de la cultura Vicús se ha manifestado que “en la metalurgia vecina de Frías (provincia de Ayabaca), esta costumbre de los “colgajos” está elocuentemente representada en un cinturón con cabeza zoomorfa que mueve la lengua. En el lote de objetos áureos de Frías también hay otros notables testimonios de la metalurgia, atesorados por el museo Bruning de Lambayeque. Estos proceden de un decomiso efectuando gracias a la firme intervención de O. Fernández de Córdova, entonces director de dicho Museo. También de Frías son las grandes y suntuosas pinzas de depilar, en forma de media luna, y las figuras pequeñas de animales sin mayor contenido hierático. En lo que toca a la metalurgia de Frías, hallamos como principal distintivo la técnica de los hilos acordonados o “filigrana”, que sirven al artista para remarcar líneas, tales como las de los ojos”.
La metalurgia proveniente de Vicús, parece ser menos sofisticada que la de Frías. Aparte de los “colgajos” emplazados en forma movible sobre planchas de cobre dorado, (¿pectorales?), parece que el mismo sitio y de los adyacentes provienen también: vasos de oro ceremoniales con repujados, narigueras de láminas en forma de media luna, orejeras (representadas también en cerámica” (4).  
Para completar nuestro propósito en este apartado, hay que corroborar que “los Vicús fueron grandes metalurgistas. Las obras se reducen a objetos suntuarios, armas y planchas de metal doradas, que sirvieron para engalanar a los grandes personajes. Estos “pectorales” de cobre dorado, están ornamentados con “colgajos”, que son pequeños discos hechos de láminas de oro que eran colocados en la superficie del pectoral, por ejemplo ofreciendo la particularidad de moverse con el menor soplo, produciendo destellos con la luz y un ruido tenue de cascabeles, todo lo cual originaba que los grandes personajes deslumbraban al pueblo que estaba bajo su mando. La metalurgia Vicús parece que constituyó la base de la Mochica” (5).
NOTAS.-
(1)Abner Tenazoa Orbe; Obra citada, Pág. 35.
(2)Justo Cáceres Macedo; Obra citada, Pág. 50.
(3)Reynaldo Moya Espinosa; Obra citada, Págs. 81/83.
(4)Editorial Juan Mejía Baca; Historia del Perú Antiguo, Tomo I, Págs. 323/24.
(5)Jorge E. Moscol Urbina; De los Vicús al siglo XX, Pág. 16.

LA FIGURILLA DE FRÍAS.- 

            El trabajo del aplaudido intelectual peruano, don Arturo Jiménez Borja, “introducción a la Cultura Moche”, nos da evidencias que hasta suelo friano llegó la cultura Vicús, de trascendencia prehispánica en nuestra región.
Aquí está la cita que dice así: “Matos Mendieta, a lo largo de su exploración, halló abundantes testimonios del Formativo en las provincias de Morropón y Ayabaca; de modo particular en un sitio llamado “El Mostrante”, situado a cuatro kilómetros de la ciudad de Frías.





En el cerro “Ladrillo Blanco”, comprensión de la hacienda Cahingará del distrito de Frías se encontró la figurilla de Frías, que por muchos años se conservó en el Museo Bruning, de la ciudad de Lambayeque. Luego, Piura recuperó este patrimonio cultural y lo exhibe desde hace algunos lustros el “Museo Vicús“, a cargo de la Municipalidad Provincial de Piura (1). 
Un excelente piuranista, nos entrega un singular dato que insertamos aquí: “Con fecha 2 de abril de 1956, se descubre el tesoro de Cahingará, en el distrito de Frías, Ayabaca, por los hermanos Castillo, hallazgo histórico de gran importancia nacional e internacional. Entre los valiosos objetos de oro encontrados se destaca la singular figurilla o Venus de oro, de 60 gramos de 22 quilates, que es declarada como símbolo del patrimonio cultural prehispánico del departamento de Piura, por el Instituto Nacional de Cultura” (2).
La figurilla de Frías, es llamada también la Venus de Frías, se presenta con las características, que a la letra dice: “Es la representación  de una mujer desnuda, confeccionada con oro repujado, martillado y soldado por mitades. Se advierte cierto movimiento para la cabeza y las manos. Parece que las manos descansaban en dos objetos, colocados uno a cada lado; en cuyo caso, la estatuilla era parte de un conjunto. Los rasgos de esta joya son notoriamente femeninos a pesar de sus anchos hombros y estrechas caderas (como las representaciones del antiguo Egipto. De sus orejas penden pequeñas argollas y los ojos son enormes, pero no dañan el conjunto” (3). 
Conviene destacar que “el tesoro de Frías es uno de los más importantes hallazgos arqueológicos, comparable al de las Tumbas del Señor de Sipán. El ajuar está compuesto de 60 piezas de oro, cobre dorado, incrustaciones de turquesas y mullu y cerámica afiliada a las tradiciones norandinas encontradas en el cerro Calingará y recuperada de las manos -y de las fraguas- de unos huaqueros en el año de 1953” (4).
A propósito cabe recordar que mediante Resolución Directoral Departamental, expedida en Febrero de 1982, El Instituto Nacional de Cultura de Piura, reivindicando un tesoro ancestral nuestro, DECLARÓ a la figurilla de Frías símbolo del Patrimonio Cultural Prehispánico del Departamento de Piura (5).

NOTAS.-
(1)Arturo Jiménez Borja; Moche, Pág. 17.
(2)Edmundo Cornejo Ubillús; Calendario Cívico de Piura, Pág. 66.
(3)Reynaldo Moya Espinosa; Obra citada, Pág. 84.
(4)Víctor Velezmoro Montes; Obra citada, Pág. 32.
(5)Documentos del Instituto Nacional de Cultura de Piura.


CULTURA VICÚS - III

ETAPAS.- CULTURA VICÚS
La cultura Vicús, según los estudios realizados sobre el tema en cuestión, determinan que durante su vida organizada, pasó por tres etapas bien definidas. La cronología está fundamentada, según Makowski y Amaro, en las excavaciones estratigráficas de arquitectura ceremonial, doméstica, de talleres (21 fechas C 14), así como en la seriación de ajuares cerámicos provenientes de entierros de Yécala.
La primera fue la Chavín, que es un período de desarrollo regional que contó con la influencia de esta cultura. Arqueológicamente se le denomina “Vicús – Vicús (200 A.C. – 100 D.C.). El período se caracteriza por la difusión del estilo Sechura, caracterizado por formas  utilitarias, y originario del valle bajo, así como por el desarrollo del estilo local Vicús”. 
La segunda se refiere al crecimiento regional, donde los vicuces mediante un trabajo disciplinado, con iniciativa propia, llegan a expandirse para superar una magnífica etapa con acción propia, sin contar con influencia de terceros.
Extendió, con planificación organizada, su radio de acción por el norte hacia Tumbes, por el sur llegó hasta Lambayeque. También se prolongó a la sierra de Ayabaca siguiendo al Ecuador. Ha dejado huella indeleble de su presencia por estos pueblos que agigantan su contexto histórico social en el Perú Antiguo.
Cronológicamente esta etapa llamada “Vicús –Mochica Temprano A y B (100 D.C. – 400 D.C.). El estilo Gallinazo sustituye a Sechura en la cerámica utilitaria. Los entierros en Loma Negra, comparables con la Mina y Sipán, y los talleres especializados Mochica (estilo Mochica I, II, III) demuestran que los advenedizos de Jequetepeque (?) asumieron posición política dominante; sin embargo los talleres Vicús seguían produciendo cerámica ceremonial fina e introdujeron varios elementos iconográficos y formales inspirados en los estilos Virú – Gallinazo y Mochica. La arquitectura de Tapial y, luego, de adobe rectangular Gallinazo – Mochica reemplaza a la arquitectura de barro embutido Vicús”.  
La etapa Mochica, llamada “Vicús – Mochica Tardío A y B (400 D.C. – 700 D.C.?) lleva a la cultura Vicús a su máximo esplendor. Contando con la influencia de los mochicas quienes, con mayor experiencia organizativa, contribuyeron a mejorar el sistema de gobierno de aquella, hasta que llegó su decadencia, como ocurrió con todos los pueblos prehispánicos.
Se ha definido que “el estilo Mochica (IV, V) adquiere características provinciales. El estilo Vicús subsiste, pero el repertorio formal e iconográfico se empobrece. Adquieren popularidad formas utilitarias y el asa-canasta. El fin del período no está bien reconocido”.

LA AGRICULTURA.-
La cultura Vicús fue un pueblo netamente agricultor. A base de la agricultura obtuvo los alimentos necesarios para abastecer la mesa popular, que fue combinada con el pescado que obtenían en sus faenas pesqueras, pues también dieron muestra de ejercerlas con original habilidad.
Para mejorar la producción agrícola construyeron canales de regadío que les permitió establecer un eficiente sistema de irrigación para sus tierras. Hasta hoy existen vestigios de estos canales que es una muestra palpable de la vocación agrícola de los habitantes de la cultura Vicús.
Capacitó a los trabajadores del agro para obtener óptimas cosechas mediante un trabajo tecnificado, que tuvo su mejor apoyo en la irrigación de las tierras y la fuerza de trabajo producida por una competitiva fortaleza de su gente, que se esforzaba para obtener buena producción (1).
Hay más sobre la faena agrícola y los canales de riego. Pues, “Vicús como pueblo adelantado tuvo en la agricultura su principal actividad. Numerosos ceramios representan frutos de la tierra que se obtienen por cultivo como son: maíz, algodón, yuca, pallar y otros que podían darse en forma natural como calabazas, melones, sandías, zapallos, y frutales como chirimoyas. Debido a la temporalidad de las lluvias, los hombres de Vicús aprovecharon el agua en debida forma construyendo canales y estanques.
La preocupación del agua de riego ha sido por lo tanto una constante a lo largo de los siglos, tanto para el agricultor primitivo como para los actuales que viven en la región. Muchos canales construidos en tiempos de Vicús son todavía usados. Como instrumento de labranza utilizaron una palana, con mango corto de madera y una paleta de cobre, que en cierta forma era mejor que la taclla de los Incas. Conocieron las propiedades del guano y lo utilizaron para fertilizar la tierra. El guano procedía de las Isla de Lobos, lo cual muestra las relaciones comerciales que tenían con los pobladores de la costa” (2).
NOTAS.-
(1)Juan G. Paz Velásquez; Historia de Piura, inédito.
(2)Reynaldo Moya Espinosa; Historia Pre Hispánica de la Región Grau, Pág.74.

        

CULTURA VICÚS - II

SU UBICACIÓN.-
            Vicús es una cultura arqueológica del Perú Antiguo, con una amplia área geográfica. Existió en la zona costera del hoy norte peruano, que se levanta en el curso inferior del río Piura, a 7 kilómetros del distrito de Chulucanas, en la provincia de Morropón, del departamento de Piura. Sirvió de enlace con otras ciudades levantadas más al norte.
            Se ha expuesto que la cultura Vicús “se encuentra ubicada en la hacienda Pabur, provincia de Morropón, departamento de Piura. La denominación Vicús se debe al nombre del lugar donde se encuentra el más importante cementerio” (1).
Dentro del tiempo, según los estudios realizados, existió 500 años antes de Cristo y llegó a su esplendor hacia los 500 años de la era que vivimos, notándose prosperidad social que le permitió una vida organizada de mil años. Su sede administrativa estuvo en el cerro Vicús, a una altitud de 170 m.s.n.m.
Un comentario apropiado a la ubicación, nos dice que Vicús es una “zona arqueológica a 50 kilómetros al este de la ciudad de Piura y al pie del Cerro Vicús, próximo al caserío del mismo nombre, cerca de Chulucanas, capital de la provincia de Morropón en el Alto Piura. Aquí floreció la gran cultura que lleva este nombre” (2).
Destacando la institución prehispánica que comentamos, se ha puesto de manifiesto que el poblado de Chulucanas se encuentra situado en la zona llamada del Alto Piura, en las inmediaciones del Cerro Vicús, matriz de la Cultura Tradicional denominada con el mismo nombre por los arqueólogos que la descubrieron hace apenas veinte años  –se decía en 1984, agregamos-. Entre los aportes de éstas, se destaca el casi único trabajo de campo realizado por Matos Mendieta en 1964. Algunos ceramios muy hermosos, exponentes de este asentamiento han sido rescatados por los coleccionistas y quizás la más completa muestra  que hoy podemos apreciar, está en la ciudad de Lima. Estas piezas nos ponen en manifiesto la diferencia de estilos y variedad de tecnología” (3).      
A través del rigor arqueológico, se ha verificado que “los cementerios se hallan casi bordando los lados Este-Nor-Este y Sur-Oeste del Cerro Vicús, correspondiente a los sectores Vicús propiamente dicho y Yécala o el Ovejero; las construcciones se encuentran en montículos predominantes, que se han localizado contiguos a la margen izquierda del río Piura y a los basurales cortados por la creciente del indicado río. Toda esta zona está limitada por el río Piura al Este, el caserío de la Matanza al Sur, la carretera Panamericana hacia el Oeste y la bifurcación de la mencionada carretera, que va a Chulucanas, hacia el Norte. Por encontrarse la zona de Vicús prácticamente agotada, los trabajos arqueológicos se circunscribieron al área de Yécala, a pesar de encontrarse bastante profanada” (4).
Desde otra óptica, respecto a la ubicación geográfica de la Cultura Vicús, se acota lo siguiente: “Se ubica en el Cerro Vicús, en la hacienda Pabur, a 7 kilómetros al sureste de Chulucanas, capital de la provincia de Morropón, departamento de Piura. Esta cultura fue receptiva, es decir, que recibió aportes de muchas culturas, entre ellas: Chavín, Salinar, Mochica, Virú, Wari. Quien estudia esta cultura es el arqueólogo Muelle” (5).




Con espíritu de profusión agregamos que, ratificando lo antes reseñado, hay una cita que dice así: “Al llegar al Km. 50, un desvío de 10 kilómetros, conduce a la pujante ciudad de Chulucanas. Al costado derecho del desvío, hay un cerro llamado Vicús y desperdigados por el sector una serie de pequeños poblados y promontorios llamados Huasimal, Tierras Negras, Loma Verde, Ovejero, Yécala, Loma de la Viuda y Matanza. Fue en ese sector en donde se desarrolló la cultura Vicús. Sitio vinculados  a Vicús y ubicados un poco al sur, son Talanquera y Zapotal. Al nor-este, ya en la sierra piurana, también tuvieron relación con Vicús, los asientos de Frías, Santa Rosa y Mostrante” (6). 
Con espíritu académico respecto a la cultura Vicús se ha escrito: “Este importante estilo cerámico fue descubierto por nosotros en la hacienda Pabur, cerca de Chulucanas, provincia de Morropón, departamento de Piura, en la margen izquierda del río Piura, en el año 1963, en ocasión de un encargo del entonces Patronato Nacional de Arqueología, que presidía el Dr. Luis E. Valcárcel (Matos: 1965-66).
La denominación Vicús se debe al nombre del lugar  donde se encuentra ubicado el más importa cementerio. En la carta geográfica figuran con este nombre el cerro, el tablazo y el despoblado donde precisamente se encuentra la ocupación más significativa de la correspondiente cultura. El área de su mejor focalización es el Alto Piura, es decir la sección media y superior de la cuenca del Piura, aunque hay vestigios Vicús en la parte baja.
Los sitios principales que localizamos son: cementerios entre Vicús y Yéncala (el foco más importante), Monte de los Padres, Talanquera, Zapotal, Malamatanza en Morropón y Santa Rosa y Callingará en Fría, Ayabaca. En todos los casos, el patrón de ocupación y aprovechamiento del espacio geográfico es uniforme. La ubicación tiene lugar en suelo plano, como si se tratara de pueblos sumamente pacíficos. No hay indicio alguno de fortificaciones o posiciones defensivas. Naturalmente, nada se sabe de los patrones habitacionales. Hasta la fecha no se ha ubicado una vivienda Vicús, ni menos podemos hablar de edificaciones” (7).   
NOTAS.-
(1)Justo Cáceres Macedo; Las Culturas Prehispánicas del Perú, Pág. 47.
(2)Edmundo Arámbulo Palacios; Diccionario citado, Pág. 290.
(3)Gerásimo Sosa; El barro nos unió; Pág. 7.
(4)Carlos Guzmán; Arqueología Piurana, Los Vicús, Pág. 11.
(5)Abner Tenazoa Orbe; Perú Pre-Inca, Pág. 34.
(6)Reynaldo Moya Espinosa; Historia Pre-Hispánica de la Región Grau, Pág. 67.
(7)Editorial Juan Mejía Baca; Historia del Perú Antiguo, Tomo I, Pág. 411.


C A P Í T U L O I I I - LA CULTURA VICÚS - I

LA  CULTURA VICÚS I 

            Vicús es el nominativo de una cultura ubicada en los valles y en la costa de Piura que ha dejado huellas imperecederas de su existencia precolombina. La denominación se debe al nombre del lugar donde se encuentra el más importante cementerio: el Cerro Vicús, situado a 50 kilómetros de Piura.
            Su área de influencia se extendió desde Tambogrande y Salitral, parte alta del río Piura, llegando hasta el norte de las provincias piuranas de Morropón, Ayabaca y Huancabamba prolongándose por la sierra Sur de la hoy República del Ecuador.
            Al interior de las fuentes escritas sobre el origen de la Cultura Vicús, se ha comentado de esta manera: “Unos creen que vinieron de Asia, específicamente de la China e India, y afianzan esta conjetura por los rasgos asiáticos que se han encontrado en los huacos. Hay uno que visiblemente, parece un mandarín chino” (1).
            Se consideran que son aborígenes peregrinos, agricultores y cazadores. El hombre Vicús, dio inicio a la obra de arte del alfarero y fue el primero en fundir el bronce en el hoy territorio del distrito de Chulucanas. En la necrópolis Vicús, existen  galerías subterráneas y una ciudad enterrada en la falda del cerro Ñañañique” (2).
            Abundando en el tema, hay juiciosa apreciación que la cultura Vicús “con existencia de casi mil años, fue cambiando paulatinamente desde una época antigua, en la que sus restos tenían fuerte parentesco con la precedente cultura Paita, hasta su fase de declinación en la que se introducen en la cerámica elementos de forma y color, vinculados con las culturas que se desarrollaron posteriormente en la misma zona. Los estudios hechos en la costa han permitido dividir en cinco fases el milenio que dura la cultura VICÚS: dos fases – A y B- antigua, una fase –C- Transicional y dos fases –D y E- tardías” (3). 
            Alrededor de los aspectos de la personalidad de los vicuces, se ha expuesto que “a pesar de las dificultades que presenta su estudio, podemos afirmar que eran hombres que supieron dominar su habitad por medio de sistemas de riego, y que mantuvieron continuos contactos con otras culturas contemporáneas. Los Vicús dieron una gran importancia al alma humana y su trascendencia, llegando a desarrollar un mundo mágico muy rico y un complejo ritual funerario” (4), que les ha dado personalidad en la Historia del Perú Antiguo. 
No puede faltar una apreciación recogida en el teatro de los hechos, por un acucioso arqueólogo, quien dice Así: “Matos Mendieta, a lo largo de su exploración, halló abundantes testimonios del Formativo en las provincias de Morropón y Ayabaca; de modo particular en un sitio llamado “El Mostrante”, situado a 4 Kms. de la ciudad de Frías, Ayabaca. “La presencia de ceramios de estilo Chavinoide, Cupisnique, dice Matos, debe causar asombro a muchos”. “Necesario es llamar la atención sobre la presencia notable antes desconocida de este estilo Formativo en Morropón”. “Este estilo Formativo frente a la presencia de una corriente cultural posiblemente venida del norte andino”, “cede y da paso al surgimiento de un nuevo estilo que ahora toma por nombre Vicús”.



            ”El hallazgo de Vicús constituye un paso contundente para encontrar las relaciones peruano-ecuatorianas”. Siguen a Vicús dos estilos: Blanco sobre Rojo y Negativo. El primero en el Norte, tomará el nombre de Salinar y el segundo será conocido con el nombre de Gallinazo. Al declinar Cupisnique irrumpen estos nuevos estilos. Sucede entonces un cambio estilístico tan acentuado que merece ser comentado” (5).    
            Cabe dejar constancia que, el 4 de febrero de 1964, los comisionados Carlos Guzmán Ladrón de Guevara y José Casafranco, nombrados por acuerdo del Patronato Nacional de Arqueología y Casa de la Cultura del Perú, iniciaron los trabajos de estudio y exploraciones preliminares en los restos arqueológicos de Vicús y Frías” (6).
            En los predios de la Cultura Vicús, se destaca “en los sitios Chapica, La Encantada y Batanes, reconocidos, ya por Matos y/o Richardson se observó material en menor cantidad, pero con algunas características diferentes entre las cuales destacan vasijas cerradas con labios engrosados redondos y cuencos con paredes convexas y labios adelgazados con decoración incisa fina. Estamos seguramente en presencia de dos tradiciones diferentes cuya posición cronológica relativa queda por establecer.
            Todos estos datos del Formativo de Piura presenta un panorama algo confuso aún, ya que no hay estratigrafías  documentadas siendo la mayoría material cerámico de superficie. Datos sobre dimensiones de sitio, distribución de ellos, arquitectura y alimentación están prácticamente ausentes; no se han ubicado centros ceremoniales comparables con los de Lambayeque, Zaña o Cajamarca aunque esto debe ser visto como reflejo de recorridos insuficientes en vez de una existencia real” (7).
            Hay certeza cuando se afirma respecto a la cultura en estudio: “Desde que Ramiro Matos M., y luego Casafranca y Guzmán iniciaron los estudios, se plantearon complejos problemas sobre el origen de Vicús, problemas referentes a los parentescos o parecidos, con Cupisnique, Salinar, Gallinazo-Virú y Moche. Desde entonces hasta nuestros días, pese al rigor de los estudios y los fechados calibrados, el problema no está resuelto. Makowski, cuando trata de definir y analizar lo referente dice:
            “Por un lado el estilo y la Cultura Vicús se define como un componente original, de procedencia nor-andina, claramente autónoma frente a los estilos Virú o Moche procedente en el área, por otro lado, en el núcleo piurano perdió su carácter de enclave mochica alejado de la metrópoli. Los recientes trabajos arqueológicos en el área comprendida entre los valles de La Leche y Jetequepeque eliminaron el hiatus que se perfilaba inicialmente entre el Horizonte Temprano y fines del Período Intermedio Temprano y demostraron la importancia que tuvo la ocupación Mochica en la zona, verbigracia, Sipán. A pesar de estos avances aún quedan abiertas dos grandes preguntas mutuamente interrelacionadas” (8).
            Con rigor en el comentario, se destaca la opinión sobre “los vestigios de esta importante cultura Vicús. Se extendió por las provincias de Morropón, Ayabaca y Huancabamba, que según parece fue el centro geográfico de su desarrollo. Estrictamente hablando los principales vestigios de esta misteriosa cultura se han localizado en un cuadrilátero formado entre los 10 kilómetros del desvío a Chulucanas (antigua carretera Piura a Chiclayo) y la localidad de La Matanza, que completan el río Piura y la Panamericana.
            Dentro de este cuadrilátero hay un cerro y un caserío Vicús y otros poblados promontorios denominados Huasimal, Tierras Negras, Loma Verde, Ovejeros, Yécala, donde se han obtenido los más finos ceramios, Loma de la Viuda y la Matanza. Muchas piezas proceden de la antigua hacienda Charanal. Vicús es ahora, la tarjeta de presentación de una rica e interesante zona arqueológica y de una manifestación cultural” (9) prehispánica de nuestra región.


            Por otra parte, en una misma dirección investigativa, se ha escrito que “Vicús, llamada así por encontrarse en las faldas del mismo cerro a 50 kilómetros al este de Piura, cerca de la hacienda Charanal. Según el carbono 14, indican que esta cultura data de unos miles de años antes de Cristo. Se cree que fueron notables guerreros. Sus habitantes trabajaron el oro, plata y cobre, con los cuales hicieron sus utensilios, herramientas y armas. En sus tumbas se han encontrado gran cantidad de objetos de cobre, muchos de los cuales eran enchapados de oro. Dominaron la técnica de la orfebrería y de la cerámica. Los llamados huacos-retratos son figurativos antropomorfos” (10). 
Con espíritu académico se ha escrito: “Estilo, cultura y complejo cultural del Período Intermedio Temprano (200 A.C. – 600 D.C.) en el Alto Piura (Costa Norte del Perú). El nombre corresponde al cementerio prehispánico depredado por huaqueros, en los 60 años, al pie del Cerro Vicús, cerca del caserío del mismo nombre. Las evidencias provienen de un área reducida del valle, entre Chulucanas y Morropón. En la sierra de Frías y en el bajo Piura (estilo Sechura) se desarrollan tradiciones emparentadas con el perfil propio” (11).   
Un estudio sobre el arte y tecnología de la cerámica de la cultura etnohistórica que nos ocupa, geográficamente puntualiza que “el poblado de Chulucanas se encuentra situado en la zona llamada del Alto Piura, en las inmediaciones del cerro Vicús, matriz de la Cultura Tradicional denominada con el mismo nombre por los arqueólogos que la descubrieron hace apenas veinte años. Entre los aportes de éstas destaca el casi único trabajo de campo realizado por Matos Mendiola, en 1964. Algunos ceramios muy hermosos, exponentes de este asentamiento han sido rescatados por los coleccionistas y quizás la más completa muestra que hoy podemos apreciar, está en la ciudad de Lima” (12).  
            NOTAS.-
(1)Edmundo Arámbulo Palacios; Diccionario de Piuranismos, Pág. 290.
(2)Miguel Rázuri Aguilar; Región Grau, Pág. 39.
(3)Jorge E. Moscol Urbina; De los Vicús al siglo XX.
(4)Boletín Cultural VICÚS N° 03, Municipalidad de Piura, Pág. 3.
(5)Arturo Jiménez Borja, Moche, Pág. 18.
(6)Edmundo Cornejo Ubillús; Calendario Cívico de Piura, Pág. 41.
(7)P. Kaulicke y J. Gufroy, PUC del Perú; Pre Cerámico y el Formativo en Región Piura, Pág. 9.
(8)Cristóbal Campana Delgado; Vicús y la Alfarería Norandina; Págs. 23/24.
(9)José Albán Ramos; Recuento Histórico Cultural de Piura, Pág. 45.
(10)Perú Ilustrado Guía Turística, Volumen I, Pág. 84.
(11)Instituto della Enciclopedia Italiana, Roma 2003; II Mondo Dell`Archelogia, Vol. III.
(12)Gerásimo Sosa; El Barro nos unió, Pág. 7...