ARTE
PRE-HISPÁNICO.-
El arte pre-hispánico es abordado
por la arqueología y antropología. En este afán buscamos y averiguamos que
conceptos se han vertido respecto al tema en cuestión, que forma parte de los
estudios piuranos.
La piurana cultura Vicús tiene
significativa presencia en cuanto al campo artístico y está debidamente
acreditada en sabias definiciones en cuanto a su cerámica y metalurgia. Sobre
la primera expresamos:
“El estilo Vicús está caracterizado
por su cerámica. La cerámica Vicús/Vicús se caracteriza, en términos generales:
por su aspecto macizo, a veces francamente rústico; por su tendencia
escultórica, realista, a través de la cual se expresa trozos del mundo Vicús
tanto profano como espiritual; por sus formas de recipiente de doble cuerpo, y
de cántaros con un tipo de asa peculiar que permite portar la vasija valiéndose
de los dedos.
En las técnicas
presentes en Vicús, destacan la decoración blanco sobre rojo y la “pintura
negativa”. La última, básicamente, consiste en pintar las áreas que rodean y
separan motivos decorativos; así se consigue que resalten precisamente aquellos
motivos decorativos, por el hecho de no haber quedado afectados por pintura.
También en lo que
toca al uso de la pintura blanca sobre base roja, debemos igualmente destacar
su difusión amplia y el hecho de ser, como la anterior, igualmente, típica para
el Formativo Tardío. La “pintura negativa” es acaso más antigua que la “blanca
sobre el rojo” y coexisten ambas tradiciones, prolongándose por más tiempo la
primera conforme ha quedado establecido en el Valle de Virú” (1).
Respecto a la
metalurgia se tiene plenamente establecido que los Vicús fueron excelentes
metalurgias. Esta elocuente apreciación la pasamos a demostrar con las
apreciaciones que a continuación se insertan:
“Se trabajó el oro,
la plata y el cobre mediante el sistema del martillado, repujado y moldeado. Al
hacer las joyas utilizaban la concha de perla, llevada de Sechura; y no pocas
veces por las esmeraldas y turquesas. Era muy frecuente el uso de sobre
combinadas con planchas de oro”, que le dio mucha calidad (2).
Las bellas artes
impregnadas con talento en las obras cerámicas y orfebres vicuces, ha
determinado que los Vicús se califiquen en la antigüedad piurana como eximios
artistas en materia de cerámica y metalurgia.
NOTAS.-
(1)Jorge
E. Moscol Urbina; De los Vicús al siglo XX, Págs. 14/15.
(2)Reynaldo
Moya Espinosa; Historia Pre-Hispánica de la Región Grau, Págs. 81/82.
MUSEO DE SITIO.-
Un acucioso
investigador del Perú pre colombino nos informa que “a comienzos de 1963, el
Patronato Nacional de Arqueología encomendó a Ramiro Matos Mendieta investigar
la procedencia del decomiso que la Policía realizó en 1953, y buscar todos
aquellos sitios de donde procedía la abrumadora cantidad de ceramios que
inundaba el mercado de antigüedades. Fruto de esta misión fue un esclarecedor
informe al Patronato el 5 de Febrero de 1963 y publicado en la Revista del
Museo Nacional Tomo XXXIV en 1966.
Matos descubrió a lo
largo del río Piura, desde Tambogrande a Salitral, numerosos yacimientos
explotados por buscadores de tesoros. Ninguno tan grande y tan expoliado como
uno situado al pie del Cerro Vicús, en el Alto Piura. Recorriendo los
tributarios del Piura: Ríos Seco, Yapatera, Charanal, etcétera, descubrió hacia
el norte una extensa y desconocida ruta cultural.
Los campesinos
piuranos que llegaban a Lima cargados de objetos saqueados, los fueron
ofreciendo de aquí y de allá. Así, ante los asombrados ojos de los conocedores
apareció por vez primera la cerámica Vicús. Con ella venían vasos Moche de gran
belleza. La información que dieron los vendedores fue que la cerámica Moche
aparecía en los mismos cementerios Vicús, pero situadas a niveles menos
profundos, denunciando esta posición no la contemporaneidad pero si la
ocupación, en tiempos distintos, de un mismo territorio” (1).
Hay un referente
cronológico sobre el descubrimiento de la cultura Vicús. Dice así:
“Oficialmente fue el 1° de febrero de 1963, cuando se principió a hablar de las ruinas de Vicús, pero darles
ese nombre. El diario “La Prensa” de Lima denunció la depredación que hacían
huaqueros en un antiquísimo cementerio del que extraían gran cantidad de piezas de oro, cobre y de
cerámica. Vicús era por entonces comprensión de la hacienda Pabur cuyo
propietario era don Domingo Seminario Urrutia, bisnieto de Miguel Gerónimo
Seminario y Jaime, uno de los próceres de la Independencia Política de Piura.
La depredación de los
huaqueros se inició los años de 1956, pero sólo cavaban no más de 4 o 5 metros
de profundidad. Bien pronto se dieron cuenta que a mayor profundidad se
encontraban más valiosas piezas de ceramios y joyas. Desde entonces, Vicús se
llama no sólo a la zona arqueológica, sino también a la manifestación cultural”
(2).
Es incuestionable que
con fecha 5 de febrero de 1962, se produce el “informe de los comisionados
Ramiro Matos Mendieta y Florentino Gálvez Saavedra (Florencio de la Sierra),
nombrados por el Patronato Nacional de Arqueología para investigar sobre el
contrabando de especies arqueológicas Vicús y Frías” (3).
Pese a la existencia
de colecciones de huacos en Piura y Chulucanas hasta la fecha no ha sido
posible establecer el Museo de Sitio de la Cultura Vicús, que se anunció desde hace
más de siete lustros, por lo que es necesario insistir en que se haga realidad
este antiguo proyecto, que beneficia a nuestra región mediante la organización
y puesta en valor del Patrimonio Cultural de la Nación, por mandato
constitucional que dice así:
“Los yacimientos y
restos arqueológicos, construcciones, monumentos, lugares, documentos
bibliográficos y de archivo, objetos artísticos, expresamente declarados bienes
culturales son patrimonio cultural de la Nación, independientemente de su
condición de propiedad privada o pública. Están protegidos por el Estado. La
ley garantiza la propiedad de dicho patrimonio” (4).
“Estos huacos son hechos a mano, es
decir sin molde, y no hay una pieza idéntica a la otra. Pruebas de carbono 14,
realizadas en EE. UU., arrojaron una antigüedad de 2300 años. Se caracterizan
por tener el pico biselado, como botella de cerveza.
En las tumbas o
huacas no se han encontrado esqueletos, ya que parece eran incinerados pues lo
que sí se ha encontrado es un polvo blanquecino que se cree es el producto de
la incineración.
Los huacos se
encuentran entre los 8 y 12 metros de profundidad, pero hay huacos que llegan a
25 m. Son representativos de esta cultura los “huacos silbadores”, que emiten
el sonido del animal que representan, ya sea al soplar por el orificio o al
servir líquido como agua. Son también admirados los “huacos eróticos”, mal
llamados pornográficos; y es que ellos indican la libertad sexual que los
vicucinos tenían. Hay que destacar que no se han encontrado representaciones de escenas de
homosexualismo.
Pues bien, el pueblo
de Chulucanas está llamado a mejor consideración, ya que Vicús pertenece a
Chulucanas, motivo por el cual hay una unánime opinión de que funcione en este
lugar un museo de sitio, ya que dicha necrópolis en su máximo exponente
histórico.
Este proyecto tuvo la
aprobación del Dr. Luis Guillermo Lumbreras en 1975, cuando era director del
Museo Nacional de Antropología y Arqueología, pero lamentablemente no se
concretó. También se cifraron muchas esperanzas en la Dra. Martha Hildebrandt,
quien en esta fecha se desempeñaba como directora del Instituto Nacional de
Cultura, pero igualmente quedó en un dormido proyecto.
Profesores de
Historia de los colegios de Chulucanas se preocuparon e hicieron eco de este
justo reclamo del pueblo; y, autoridades civiles, religiosas y políticas, así
como las instituciones culturales y deportivas
se sumaron entusiastamente al proyecto.
Una comisión
presidida por la Profesora Elena Orozco de Rubio viajó a Lima para agotar dicha
gestión, pero parecería que dichas voces eran como las campanas de palo que no
hacen ruido. Y allí sigue Vicús, según unos, está encantado, mientras los
huaqueros se dedican al vandalismo de dicha necrópolis, felizmente huaqueando
una vez al año en Semana Santa porque creen que los huacos afloran a la
superficie. Vicús sigue igual y el Museo de Sitio, un sueño en una noche de
verano” (5).
A lo expuesto debemos
agregar que en Lima también hay piezas de la Cultura Vicús que se pueden
incorporar al Museo de Sitio en cuestión. Pues, “a fines de la década de 1950,
llegaron a Lima los primeros ejemplares de un desconocido estilo de cerámica,
bautizado “Ayabaca” por la astucia de los vendedores de antigüedades, quienes
querían así despistar a las autoridades. El interés mostrado por los
coleccionistas particulares (nacionales y extranjeros) incentivó la profanación
de una gran cantidad de tumbas en Vicús, localidad cercana a la ciudad de
Chulucanas, en los linderos de la antigua hacienda Pabur. A tal grado llegó
esta “fiebre de saqueo” que, como apunta Lumbreras, “cuando aún los arqueólogos
peruanos no habíamos visto ni un solo objeto de Vicús, ya ellos estaban
llenando museos y colecciones fuera (y dentro) del Perú” (6).
NOTAS.-
(1)Arturo
Jiménez Borja; Moche, Págs. 17/18.
(2)Reynaldo
Moya Espinosa; Historia Pre-Hispánica de la Región Grau, Pág. 71.
(3)Edmundo
Cornejo Ubillús; Obra citada, Pág. 42.
(4)Constitución
Política del Perú vigente, artículo 21.
(5)Edmundo
Arámbulo Palacios; Diccionario citado, Págs. 290/91.
(6)Víctor
Velezmoro Montes; Historia de Piura: Orígenes y primeros tiempos, Pág.24.